lunes, 15 de octubre de 2007

Un réquiem para Amadeus

Es considerado como uno de los más grandes compositores de música clásica del mundo occidental. Según el testimonio de sus contemporáneos era, tanto al piano como al violín y la viola, un virtuoso. Nació el 27 de enero de 1756 en Salzburgo (Austria). En esta época, Salzburgo era un arzobispado independiente en el Sacro Imperio Romano Germánico.

La misa para difuntos (1791)
En marzo de 1791, Mozart ofreció en Viena uno de sus últimos conciertos públicos, tocó el Concierto para piano nº 27. Su último hijo, Franz Xaver, nació el 26 de julio. Pocos días antes se presentó en su casa un desconocido, vestido de gris, que rehusó identificarse y que encargó a Mozart la composición de un réquiem. Le dio un adelanto y quedaron en que regresaría en un mes. Pero el compositor fue llamado desde Praga para escribir la ópera La clemencia de Tito, para festejar la coronación de Leopoldo II.

Cuando subía con su esposa al carruaje que los llevaría a esa ciudad, el desconocido se presentó otra vez, preguntando por su encargo. Esto sobrecogió al compositor.
Más tarde se supo que aquel sombrío personaje era un enviado del conde Franz Walsseg, cuya esposa había fallecido. El viudo deseaba que Mozart compusiese la misa de réquiem para los funerales de su mujer, pero quería hacer creer a los demás que la obra era suya y por eso permanecía en el anonimato. Mozart, obsesionado con la idea de la muerte desde la de su padre, debilitado por la fatiga y la enfermedad, muy sensible a lo sobrenatural por su vinculación con la francmasonería e impresionado por el aspecto del enviado, terminó por creer que éste era un mensajero del Destino y que el réquiem que iba a componer sería para su propio funeral.

En octubre de 1791 su salud empeoró, caminaba con su esposa por un parque cuando de pronto se sentó en un banco y muy agitado comentó a Constanze que alguien lo había envenenado. Al poco tiempo quedó postrado en su lecho. Mozart sentía que ya no volvería a levantarse, pero quería terminar su propia misa de difuntos y dictó a Franz Xaver Süssmayer, su discípulo, las indicaciones para completar el Réquiem. Pero le faltó tiempo. El 5 de diciembre de 1791, Mozart falleció en Viena a los 35 años de edad y su funeral tuvo lugar en la Catedral de San Esteban (donde también se casara con Constanze). Recientes investigaciones han sugerido que Mozart murió por una fiebre reumática, aunque existen múltiples conjeturas. Debido a las penurias económicas, fue enterrado en una fosa común en el cementerio de St. Marx, aunque existe la teoría de que el enterrador, conociendo de quién se trataba, le anudó una soga al cuello, por encima del saco que envolvía el cuerpo. También se sabe que nadie acompañó el cuerpo hasta el cementerio, debido a que hacía un mal día y llovía mucho, solamente lo acompañó hasta el final su perro. En la actualidad, hay un supuesto cráneo de Mozart al que se le han hecho diversas pruebas de ADN comparándolo con los de su sobrina y su abuela materna, para poder así confirmar la autenticidad del mismo, pero no sólo encontraron que el ADN del cráneo no coincidía con los de sus dos familiares, sino que el de ellas entre sí tampoco concordaba.

Mozart al morir, consiguió terminar tan solo tres secciones con el coro y orgánico completo: Introito, Kyrie y Dies Irae. Del resto de la secuencia sólo dejó las partes instrumentales, el coro, voces solistas y el cifrado del bajo y órgano incompletos, además de anotaciones para su discípulo Franz Xaver Süssmayer. También había indicaciones instrumentales y corales en el Domine Jesu y en el Agnus Dei. No había dejado nada escrito para el Sanctus ni el Communio. Su discípulo Süssmayer completó las partes faltantes de la instrumentación, agregó música en donde faltaba y compuso íntegramente el Sanctus. Para el Communio, simplemente utilizó los temas del Introito y el Kyrie, a manera de reexposición, para darle cierta coherencia a la obra.

El estreno de este Réquiem se produjo en Viena el 2 de enero de 1793 en un concierto en beneficio de la viuda del músico austríaco. Fue interpretado de nuevo el 14 de diciembre de 1793, durante la misa que conmemoraba la muerte de la esposa de Walsegg.
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